Las cuevas de La Lluera reabrirán este sábado tras casi cinco años cerradas
Las cuevas de La Lluera, en Oviedo, se reabrirán al público el próximo sábado y hasta el 15 de septiembre tras permanecer cerradas durante casi cinco años, según ha anunciado hoy la consejera de Educación, Cultura y Deporte, Ana González,
Según ha informado el Gobierno regional, la asociación Hijos de Las Caldas será la encargada de coordinar las visitas guiadas que tendrán un tiempo de duración de aproximadamente hora y media, que incluye un recorrido de 20 a 30 minutos por senderos.
Para realizar la reserva se ha habilitado un teléfono de contacto (615 298 615) y el precio por persona asciende a 5 euros.
Los grabados parietales de las Cuevas de la Lluera fueron reconocidos en 1979 y, tras el descubrimiento, se realizaron diversas campañas arqueológicas centradas en el estudio del arte y en la excavación de la galería oriental de la cueva.
Los trabajos permitieron la identificación de varios niveles arqueológicos con restos materiales líticos y óseos con clara filiación Solutrense, contemporánea a una parte de las representaciones gráficas, junto con restos de una ocupación del Magdaleniense Superior final.
Una de las particularidades del arte de La Lluera es que las representaciones son grabados que se disponen en el espacio correspondiente al vestíbulo de la cueva y que alcanzan hasta el umbral de penumbra, lo que permite definir su arte como un Santuario Exterior.
Los grabados paleolíticos se localizan exclusivamente en las paredes laterales de la galería occidental de la cueva, organizándose en varios paneles de difícil lectura iconográfica junto a otros de excelente grado compositivo.
En la pared izquierda, las representaciones dan comienzo con la figura de un caballo localizado en la zona próxima a la entrada actual y a cuya figura se asocian varios signos lineales.
A escasa distancia, pero en un ángulo distinto de la misma pared, aparece un panel con multitud de trazos que se entrecruzan y en donde se reconocen figuras de uro, caballo, cierva y macho cabrío.
A continuación, la pared se curva formando una hornacina cóncava que acoge el conjunto más singular y mejor organizado de la cueva, la denominada Gran Hornacina, en la destaca en su parte central la presencia de seis uros de distintos tamaños (de muro a techo y de mayor a más pequeño) y colocados en oblicuo, siguiendo las líneas de fuga que coinciden con una fisura en la propia pared.
En el espacio que queda libre entre los bóvidos pueden verse las figuras de varias ciervas que transmiten sensación de movimiento, y un caballo y la continuación de la pared ofrece un espacio en el que se reconocen, en la zona central, dos figuras de bisonte y en trazos no figurativos de una cierva y un pequeño bisonte.
Por su parte, en la pared derecha las representaciones se articulan en tres bandas o frisos horizontales en las que se aprecia una confusa malla de grabados en los que pueden identificarse varias ciervas.