Mariano Hortal, el único vecino de Biamón, en Ponga
Mariano Hortal decidió regresar a Biamón, la aldea que lo vio nacer hace sesenta años, tras jubilarse como trabjador del metal hace año y medio.
Su mujer se quedó en Gijón/Xixón para cuidar a los nietos, pero viene a verle cuando puede y viaja a veces hasta la villa de Jovellanos pero nunca está más de tres o cuatro días.
En Biamón a Mariano le gusta madrugar y se entretiene con sus cabras, su pequeño huerto, con alguna obra o limpiando el camino de acceso a su casa, la única habitada en una aldea de los Beyos donde llegaron a vivir más de cuarenta personas.
Allí Mariano tira de pico y pala para limpiar los restos del argayo que en febrero de 2011 barrió Biamón y casi se lleva su casa.
Mariano también le echa un ojo al huerto en el que tiene aún pendiente de sacar sus últimas patatas. Si se tercia, y aunque no le importa estar solo, echa una parrafada con los montañeros que llegan al pueblo.
La mayoría de las viviendas presentan un estado general de ruina y de los cuatro hórreos que había en Biamón solo uno resiste a duras a penas.
Una casa cuyo techo cubre una lona podría ser la próxima que se arreglara en esta pequeña aldea de los Beyos; entonces quizás Biamón deje de ser un pueblo para un único vecino.