Una veintena de asociaciones ecologistas del suroccidente se han unido para pedir que se aplique la veda a la caza en aquellas áreas donde la superficie quemada supere el 20%.
Esas zonas que se han salvado del fuego, recuerdan, son importantes lugares de refugio y alimentación para la fauna en general y las especies protegidas, en particular.
No solo eso, sino que las zonas no incendiadas concentran ahora a todos aquellos animales que han huído del fuego.
Los cazadores replican que ellos mismos son conscientes de la gravedad de la situación y se imponen a sí mismos limitaciones para proteger estos espacios.
En Allande, por ejemplo, se ha cerrado a la caza el área de Bustarel, en el Valledor, una de las más afectadas, y se autolimitan el cupo a dos piezas, en lugar de las cinco permitidas.
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