La miel se postula como motor de la economía en el concejo de Boal

El embalse de Doiras podría ser un enclave estratégico de futuro

La minería dio en Boal de comer a centenares de vecinos. Ya en el siglo XVIII había 90 herreros y ocho mazos. Hoy todavía vemos en pie, en estado ruinoso, eso sí, algunos de esos  viejos vestigios.

El wolframio llegó a dar empleo en el concejo a más de 250 personas. Era la década de los 50 del pasado siglo. De aquí salía el material que luego se empleaba en la industria armamentística. Era una época de esplendor económico que comenzaría a desaparecer en los años 80.

Aún hoy en día, alguna empresa se ha interesado en volver a explotar alguna de estas laderas, pero nada se ha materializado.

Fue el pasado de Boal. Hoy el presente pasa por el sector primario. Un tercio de la población activa del concejo se dedica a la ganadería. Hay 260 explotaciones, la mayoría dedicadas a la producción láctea.

Pero el sector emergente es el de la miel. Este producto se ha convertido en el más conocido aquí y referencia en toda la región.

Un puñado de empresas se dedican a producirla en el concejo, pero esta actividad todavía es secundaria para muchos vecinos. Una pequeña fuente de ingresos sacados de unas pocas colmenas. Las abejas boalesas producen al año cerca de 30 toneladas de miel.

La dulzura del concejo se pone a prueba cada año con la Feria de la Miel, el evento con mayúsculas. Aquí se vende miel, pero también imagen, algo fundamental.

Imagen, y muy buena, también encontramos en muchos puntos de Boal. El turismo es otro de los sectores en auge. Sobre todo el activo. El río Navia permite desarrollar deportes de aventura, y eso lo aprovechan desde hace tiempo algunas empresas.

Uno de los retos de futuro pasa por potenciar lugares como el embalse de Doiras, un enclave que muchos ven como motor económico emergente.