La familia del hombre de 46 años que el pasado 8 de abril decapitó a su padre en el concejo de Ribera de Arriba ha reclamado a los profesionales de la comunicación respeto y rigor a la hora de informar sobre el tormento que están viviendo, que se alejen del amarillismo y sigan los códigos deontológicos ante casos propiciados por algún tipo de enfermedad mental.
El parricida, que reconoció los hechos ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Oviedo, ingresó en el Centro Penitenciario de Asturias el pasado lunes tras haber permanecido en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Central de Asturias tras haber sido detenido el mismo día de los hechos.
El hombre, que carece de antecedentes policiales, fue detenido pasadas las 22:00 del 8 de abril lunes cuando trataba de atacar con un hacha a varios automovilistas que pasaban por una rotonda de la carretera N-630 a poca distancia de la vivienda de la víctima, de 71 años.
Los hechos se produjeron a menos de diez kilómetros de Oviedo, a la altura del kilómetro 35,500 de la carretera N-630 a su paso por Soto de Ribera, y llevaron a la jueza a considerarlos inicialmente como constitutivos de un delito de asesinato así como de otros dos de homicidio en grado de tentativa por al ataque cometido contra varios automovilistas, y otros de lesiones y maltrato.
En una carta remitida a la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Asturias (Afesa), el hermano del parricida pide en nombre de toda la familia que se busque el equilibrio necesario entre la información y el bienestar emocional de quienes se ven afectados por una tragedia como la que están viviendo.
Como "hijo de la persona recientemente asesinada en Ribera de Arriba y hermano del responsable de este acto atroz" mantiene que, sin pretender censura alguna sobre las informaciones, sí pide que se aborde sin una contextualización excesiva para entender la noticia o cayendo en el "amarillismo más histriónico" sin más pretensión que "el de mantener un clímax sostenido de bizarrismo imposible" y que para nada contribuyen a superar el duelo "y abocan a la desesperación del recuerdo constante".
"La víctima era padre, abuelo, hermano, tío; y su victimario una persona que es también una parte de nuestra familia cuya situación nos hace daño y rompe", señala en una carta en la que recuerda que existen códigos deontológicos como el de la Federación de Asociaciones de Periodistas o el Europeo de Deontología del Periodismo, así como una guía de estilo sobre Salud Mental del Ministerio que no se han seguido en este caso.
Según la familia, no se ha mantenido una consideración adecuada hacia aquellas otras víctimas que, a diferencia del fallecido, "tienen que sobreponerse al dolor y seguir caminando con la dura carga de un parricidio" ni se ha contribuido a desestigmatizar a quienes padecen una enfermedad mental.
Para los familiares del fallecido y del asesino confeso, hay que tener en cuenta que "las palabras hacen mucho daño y la repetición de estereotipos negativos solo contribuye a un sensacionalismo innecesario", por lo que la labor de los medios debería servir también de contrapeso a una redes sociales convertidas en un "macabro altavoz sin el menor respeto, rigurosidad, consideración o empatía".
En su opinión, proteger la identidad de las personas debería incluir evitar el uso de nombres completos o fotos de casas o lugares que permitan su identificación, así como datos, gráficos o imágenes que contribuyan a aumentar el dolor de las víctimas.
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