Al albor de los primeros pobladores, surge en La Espasa, el Fitomar. Concebido como un chiringuito, es a partir de la llegada de los Azcano, a finales de los ochenta, cuando el establecimiento comienza a incorporar a las cañas y aperitivos las primeras elaboraciones gastronómicas. Amparo Espiniella empieza a cocinar los conocidos arroces para los hambrientos bañistas, y su hijo Nacho, entonces apenas un adolescente, ya atiende las mesas.
Visitar el arenal de Caravia suele ir acompañado de una parada en el Fitomar, uno de los pocos locales ubicados a pie de playa en el que se sirven desayunos, vermús, comidas, meriendas y cenas. Un aspecto que Nacho y su familia están reforzando.
Aunque la estrella del negocio sigue siendo la comida, con una carta en la que los arroces siguen siendo los protagonistas, junto a los pescados de la Rula de Llastres.
Aunque este emblemático establecimiento de Caravia no renuncia a sus orígenes, y muchos usuarios de La Espasa seguro que lo recuerdan como un chiringuito. Un lugar en el que refrescarse y cambiar por unos minutos la arena por la barra.
La segunda generación de los Azcano, dedicada en pleno a la hostelería, ya que los otros dos hermanos regentan también restaurantes en Colunga y Llastres, garantiza el presente de uno de los negocios más conocidos del concejo. Aunque la tercera generación ya muestra interés por el sector, siguiendo los pasos marcados por Paco y Amparo en los años ochenta.
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