Santolaya, en Amieva, un pueblo de tan sólo un habitante

En pie continúan tres hórreos y una casona en la que vivió Manuela Blanco, pupila de Jovellanos

Nunca hubo demasiados vecinos en Santolaya. Esta aldea de Amieva siempre fue de muy pocas casas. De todas, sólo una, está habitada. En ella reside Manuel Blanco, “Lulu”. A sus casi 72 años confiesa que la soledad, para él, no constituye problema alguno. No obstante tampoco le importaría contar con algún que otro vecino.

Ubicada a 500 metros de altitud Santolaya pertenece a la parroquia de Santa María de las Nieves de Sebarga. Nunca tuvo ni capilla ni escuela. Quienes de niños crecieron en este lugar, tenían que caminar casi dos kilómetros hasta el pueblo más próximo para ir a la escuela.

Igual si hace unos años no hubiera decidido regresar, Santolaya estaría ya deshabitada del todo. Y es que durante un tiempo, su único habitante, vivió y trabajó muy lejos de su aldea natal. La jubilación llegó tras muchos años de trabajo en el campo y al ganado.

Apenas ocho construcciones siguen en pie en Santolaya, algunas son cuadras que fueron viviendas. Su patrimonio etnográfico está representado por tres hórreos, alguno de ellos con dibujos y todos de propiedad compartida. Al no haber clientes, a Santolaya ya no van los vendedores ambulantes, y ni siquiera les suben el pan.

A la casona de Santolaya, sin rastro de su esplendor de antaño, estuvo vinculada Manuela Blanco, la pupila de Jovellanos y que, curiosamente, comparte nombre y apellido con el último vecino.