La familia del acusado confirma que estaba obsesionado con el dueño de la inmobiliaria

El asesino confeso creía que la víctima había mantenido una relación con su exmujer

La exmujer y la hija del acusado por el crimen de la inmobiliaria aseguran que el acusado, Fran A.R., estaba obsesionado con la víctima. Han detallado cómo no pudo superar el odio que sentía por el crédito firmado que tanto él como su cónyuge consideraban una estafa, ni el convencimiento de que la persona asesinada mantuvo relaciones con su ya exmujer. En esta segunda jornada del juicio, también ha testificado la familia del agente inmobiliario y los policías presentes aquel día en el lugar del crimen.

"Ahí está bien". Ese fue el comentario que, mientras esbozaba una sonrisa, pronunció el asesino confeso cuando en la radio del coche policial que lo llevaba a comisaría se confirmó la muerte de Francisco Javier Rodríguez Tobajas.

Era el punto final a un obsesión que había comenzado 18 años antes. Fue en 2005 cuando su por entonces esposa firmó un crédito con en el negocio del fallecido. En su declaración, la excónyuge aseguró que fue estafada. Los 3.500 euros se convirtieron en 12.900. Incapaz de asumir el pago, fue entonces cuando confesó la situación a su marido. Fue él quien intentó renegociar la deuda con el agente inmobiliario. No solo no lo consiguió, sino el que el fallecido comenzó a enviarle mensajes. En ellos se jactaba de haber tenido relaciones sexuales con su esposa.

Tanto la mujer como su hija relataron cómo repetía todos los días que Rodríguez Tobajas le había arruinado la vida y cómo llegó a creerse que la infidelidad era real, algo que su exmujer descartó en su declaración.

Fruto de esas tensiones, el matrimonio se rompe en 2014. Ese año en que decide que va a matar al que consideraba el causante de todos sus males. Esperaría nueve años para hacerlo. En 2018, ahogado por las deudas, es desahuciado del piso familiar en el que se había quedado solo residiendo. Para entonces había comenzado a beber, se había sumido en una depresión e incluso llegó a vivir en un trastero.

Declararon que su pérdida supuso el cierre de la inmobiliaria, un negocio con el que mantenía económicamente a su actual pareja y a sus dos hijas. Una de ellas contó cómo encontró a su padre desangrado en el suelo y al hombre que se sienta en el banquillo de los acusados guardando el cuchillo en una bolsa para luego marcharse caminando. Minutos después, el acusado se entregaba sin ofrecer resistencia.