Las minas de fluorita transformaron Caravia a principios del siglo pasado
La economía pivota entre el Polígono de Carrales y las playas de Morís y La Espasa
Hay constancia de poblamiento en Caravia desde el Paleolítico.
De un periodo posterior, como es la Edad del Hierro, son el castro y una de las reliquias más relevantes del periodo castreño asturiano: la Estela de Duesos. Esta porción de caliza de casi metro y medio de altura fue localizada por Jenaro de la Fuente en los años 80, junto a la Iglesia de Caravia Baja, y tiene unos 2.000 años de antigüedad.
El territorio de Caravia perteneció durante siglos al Obispado de Oviedo, hasta que los propios vecinos consiguieron pasar a depender directamente de la corona. Ocurrió a finales del siglo XVI, en pleno esplendor del Imperio Español, que gobernaba entonces Felipe II.
Caravia es el tercer concejo asturiano más pequeño, lo que originó, incluso, que en varios momentos a lo largo de la historia se plantease unir sus tierras al vecino concejo de Colunga. Fueron, de nuevo, sus propios vecinos, quienes se encargaron de mantener la independencia del municipio.
Sin embargo, la transformación más drástica de Caravia aún no llegó hasta inicios del siglo XX. Este hasta entonces apacible territorio agrícola y ganadero multiplica su población con la llegada del espato flúor, que comienza a extraerse en cinco minas que, literalmente, recorren bajo el subsuelo el concejo. El mineral, vital en la fabricación del acero, la industria química o la construcción, transforma por completo el paisaje, la economía, la sociedad y el ambiente de Caravia.
A principios de los 80 comienza el declive del sector. Por un lado, en las minas comienza a escasear el mineral. Por otro, el 17 de marzo de 1.982 la tragedia se ceba con el concejo: cinco mineros fallecen en Foncaravia tras derrumbarse una galería.
La combinación de ambos factores lleva al cierre de esta explotación apenas unos meses después, a la que le seguirían el resto de minas del concejo en años posteriores. La última en cerrar fue Mina Jaimina, hace ahora cinco años.
Desde entonces, Caravia ha pivotado sobre dos ejes: el Polígono Industrial de Carrales, en el que se han ocupado todas las parcelas; y los recursos turísticos, entre los que destacan las playas de Morís y La Espasa.