El confinamiento por el coronavirus está siendo una dura prueba para nietos y abuelos que no pueden verse o abrazarse.
Los abuelos se han convertido, en muchos hogares, en los cuidadores para que los padres puedan conciliar vida laboral y familiar.
Los más pequeños reconocen su labor con grandes muestras de cariño a través de las nuevas tecnologías y reservan su mayor abrazo para el deseado reencuentro.
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