La oficialidad le llegó en 1984, con la ley que hizo del 'Asturias patria querida' el himno en el que se reconocen todos los asturianos, los de acá y los de acullá. Fue precisamente al otro lado del charco donde nació una letra llena de añoranza, aunque con otro son: el son cubano, una melodía que no arraigó cuando retornaron aquellos emigrantes.
Así lo sostiene el estudioso del folclore Fernando de la Puente, quien relata como se encontró en la Habana en el registro de la propiedad una canción que se llamaba Asturias Patria Querida y que estaba registraba por Piñeiro. Una canción que fue siempre muy pedida y a partir de ahí empezó un brote de popularización de la canción.
Piñeiro era un mulato que a la sazón era hijo de un emigrante de Grao, a este concejo llegó con su son en los años 20. Y la letra viajada se fue remodelando para quedarse, no así la melodía. El gusto de entonces prefirió fusionarla con armonías que en su equipaje trajeron años después mineros polacos.
Algunos sostienen que no tiene ni pies ni cabeza, pero es la que nos ha llegado y la que entonamos, después de décadas por vericuetos de simbolismo revolucionario y desprestigio a la par. Incluso hubo intentos vanos del asturianismo y de la Izquierda de cambiar la letra.
Nos guste o no parece que tenemos un himno mestizo cuanto menos singula.Y que si no fuera por Dionisio de la Huerta, que se empeñó de hacer de esta canción el himno de les Piragues, quizás no sería el de todos.
Lo mismo lo interpreta una Orquesta Sinfónica bajo la batuta de Dudamel que se canta en un bar o que la realeza la entona por lo bajini en un ambiente ceremonioso. Incluso este himno hasta tiene pose rockera, vital, alternativa como cuando se estrenó la primera emisión de esta cadena, que como el himno, es la suya.
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