El novelista estadounidense Richard Ford, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, ha celebrado hoy el privilegio que supone para un escritor hacer, con la ayuda de la imaginación, "que sucedan más cosas", acrecentar la riqueza de las posibilidades humanas y "aportar alegría".
En su discurso durante la ceremonia de entrega de la XXXVI edición de los Premios Princesa de Asturias, el autor de "Canadá" ha hecho una reflexión sobre la función de la literatura y de la "tarea poética" del literato de acrecentar el número de cosas que pueden concebirse, lo que convierte su oficio en una vocación "gozosa".
Los escritores son, a su juicio, "optimistas natos" que viven de su vocación de crear para los demás "algo bueno que antes no existía" aunque en su caso, ha lamentado, su fallo es que la excesiva gravedad de lo que ocurre en el mundo actual no le predisponga demasiado a la alegría.
"Los norteamericanos lo vivimos cuando vemos que Donad Trump puede llegar a ser nuestro próximo presidente y les pasa lo mismo a los ciudadanos españoles cuando ven las desigualdades de renta y el abatimiento económico, a los franceses, a los griegos y a los eritreos que huyen de África", ha añadido.
Estas circunstancias, ha apuntado, hacen "aún más necesarios los actos de la imaginación encaminados a inventarla" en una vida llena de infortunios que permite "aunar la desdicha con la felicidad".
Ford, que ha mencionado en su discurso a autores como Ortega y Gasset, Cervantes y Henry James, ha señalado que, pese a que los intolerantes del mundo se afanen "por dividir violentamente a los seres humanos", para los escritores la primera fuente de consuelo y la encarnación de su optimismo "está en el otro, en lo mutuo".
"Lo que me infunde esperanza -a veces lo único- son los actos cuyo objetivo es expandir la tolerancia, la aceptación del otro y la empatía, más allá de lo convencional, de lo meramente práctico y de lo mezquino. Los actos 'poéticos' que son a un tiempo actos políticos", ha apuntado Ford.
Así, se ha definido como un novelista "político", no sólo por el hecho de que escriba sobre elecciones y asuntos del gobierno y sus consecuencias, sino porque la política determina el destino de la humanidad al acrecentar la capacidad de aceptar al prójimo "y de encontrar la empatía mutua y una causa común para todos".
Para Ford, es necesario restaurar el valor de la palabra "política" para que evoque la necesidad de una respuesta imaginativa que permita recuperar "la capacidad de vivir juntos" como puede suceder en la literatura y no acabe siendo, como en Estados Unidos, sinónimo de egoísmo, cinismo, engaño, despropósito e infortunio.
Agradecido por la concesión de un premio que le ha llevado a un escenario como el del Teatro Campoamor, en el que ha ironizado que se le hace difícil sentirse humilde al estar en un estrado "donde un día estuvo Woody Allen", el autor de "El periodista deportivo" ha confesado sentirse "afortunado" de recibir un galardón que convierte la jornada de hoy en "un día de esperanza".
Ford ha rememorado el "revuelo" que generó en la casa que comparte con su esposa Kristina la concesión de este "magnífico" premio a un escritor norteamericano que tiene un contacto nada frecuente "con monarca alguno" y ha asegurado sentir el compromiso de representar a todos sus colegas del mundo "que valerosamente están haciendo grandes cosas en pro de la tolerancia y la empatía".
Muchos de ellos, ha apuntado, lo hacen en circunstancias mucho más difíciles que las suyas dado que, cuando vuelve a casa, no lo hace a Siria ni a Birmania ni a Sudán del Sur, "donde la tarea de la literatura -hacer que algo suceda, hacer que una vida vacía se convierta en poética para bien de todos- es prácticamente imposible".
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