Se cuentan por miles los túmulos funerarios diseminados por los montes del Principado. Se trata de edificaciones empleadas hace más de 5.000 años para acoger entierros. Muchos de ellos se encuentran en mal estado y ocultos por la vegetación.
Son muchos los que abundan en la sierra de Boal y los vecinos del pueblo se han puesto manos a la obra y los han limpiado. Eso sí, con la supervisión de un arqueólogo del Principado.
Los trabajos son delicados ya que hay que quitar la maleza con cuidado para no dañar la piedra. Los vecinos siguen las normas para proteger unos restos patrimoniales muy abundantes, pero también muy desconocidos.
El objetivo es que muchos de ellos puedan ser visibles y que los turistas, además de los vecinos del pueblo, puedan disfrutarlos.
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