Fernando Beltrán, hijo adoptivo de Grado
La villa reconoce el estímulo que supone el Aula de las Metáforas fundada por Beltrán
Lágrimas imposibles de contener y un discurso con voz entrecortada quizás el más difícil de los que hasta ahora ha pronunciado el poeta Fernando Beltrán. Un galardón, el de hijo predilecto, que asegura no esperaba, y que reconoce su altruísmo al haber donado su biblioteca a todos los moscones para consturir un espacio mágico, el aula de las metáforas. Un sitio que en este tiempo ha convertido a Grado / Grau en un foco cultural.
Experto en traducir vivencias y llevarlas al papel tendría fácil describir las emociones que hoy ha sentido en la villa de su padre. Pudor, como cuando escuchaba el relato de quienes le conocen.
Y más llanto de alegría que se contagiaba al recoger el título por el éxito de su idea se traduce en encuentros, actividades y tambien donaciones, hasta contar con 8.000 libros. Un acto que ha culminado con la inauguración de un banco con uno de sus poemas, que será lugar para mirar y contemplar a un mundo que nos lleva al lugar de partida, a la herencia de antepasados. Y la Fernando Beltrán es Grado.