La Espasa, una de las playas más visitadas del oriente asturiano
Su evolución, desde los años de la minería hasta su atractivo paisaje actual
Cuando Leopoldo, sus tres hermanos y sus padres, Ángel y Josefina, llegaron a La Espasa, las vacas pastaban alegremente en primera línea de playa. Buceando en su memoria, solo consigue recordar una casa en pie, la del dueño de aquella explotación ganadera. Sus padres y otra familia de amigos decidieron construir las primeras casas de la actual urbanización: hablamos de mediados de los años sesenta.
El tardío desarrollo de uno de los arenales más apreciados del oriente asturiano está estrechamente vinculado al auge de la minería. Apenas a un par de kilómetros, ya en Colunga, la playa de La Isla era, ya entonces, un reconocido centro de veraneo para ovetenses, gijoneses y vecinos de Las Cuencas. Sin embargo La Espasa vivía ajena al primer auge del turismo porque su entorno estaba condicionado por las entonces cinco explotaciones que extraían fluorita en la zona.
Esta familia siempre apostó por este entorno, y desde el primer momento intuían que las minas irían cerrando y La Espasa se convertiría en lo que hoy en día es: una de las playas más visitadas y reconocidas de todo el oriente asturiano. A finales de los años setenta la presión minera va descendiendo, las comunicaciones mejoran y la sociedad asturiana comienza a disfrutar de un mejor nivel de vida. La Espasa empieza a crecer.
El entorno que hoy conocemos, urbanizado, ajardinado, con el paseo marítimo y los parques infantiles no llegó hasta comienzos de este siglo. En este último desarrollo hay un factor que prevalece sobre el resto, y que no es otro que la construcción de la Autovía del Cantábrico. Su apertura sitúa La Espasa a media hora de Gijón / Xixón y cuarenta minutos de Oviedo / Uviéu.
Ahora, de hecho, La Espasa está de moda. Pese a que cuenta con amplias zonas de aparcamiento, en un buen fin de semana de verano todas las plazas se ocupan.
Pero, incluso, en los días más tórridos, La Espasa sigue conservando esa belleza agreste, ese toque de playa virgen que tanto gusta a los bañistas y que este año la ha convertido en la imagen que ilustró el pabellón asturiano en la Feria Internacional de Turismo de Madrid.